Sólo con ver a una persona podemos conocer mucho de ella. Si esta ha tenido un buen día o no. Si está alegre, aburrida o abrumada. O simplemente si tiene ambición o se ha conformado con lo que vive. La imagen es una proyección, una que indica, consciente e inconscientemente, cómo queremos ser percibidos. Tal vez es que, de aquí, se piense erróneamente que la imagen representa algo vano y que solo el interior es lo importante. ¡Pero qué equivocación!
La imagen no es una máscara ni un disfraz. Nuestra imagen, querido lector, es parte de quiénes somos. No lo es todo, pero sí una parte importante. El destinar tiempo en escoger qué prendas usar para una reunión o una cena, y no meter la mano en el placard para sacar lo primero que se encuentre, habla sobre cuánto nos importa lo que vamos a hacer.
Se nos puede criticar por usar un traje de corte napolitano con camisa de cuello ancho confeccionada por hábiles manos. O que dediquemos largos minutos hasta encontrar la combinación adecuada antes de salir a un desayuno cotidiano. Pero recordemos que nuestra imagen es una proyección de nuestro ser: la imagen es el atuendo de los pensamientos.
Cómo nos vemos dice cómo queremos ser tratados. Y más importante aún, dice cómo nos valoramos. Esto no significa que siempre usemos atuendos formales. Esto quiere decir cuánto valoramos nuestro ser, cuánto amor propio nos tenemos, e inclusive, cuánto respetamos con quienes compartimos nuestro tiempo.
Si la imagen es el atuendo de los pensamientos, esta necesita un templo: Buggatti.
Esta es mucho más que una boutique, aquí cada prenda tiene una historia detrás, una tradición sartorial de décadas. Buggatti es el espacio del encuentro y la palabra, de la reflexión y la tertulia de alto nivel. Quien no nos conoce pensará que solo somos una tienda más, nada más falso. Los testimonios de nuestros amigos y clientes dan fe de que en Buggatti se viven experiencias que sobrepasan expectativas, es un templo para los sentidos y la psyche. Uno donde la imagen, su cuidado y construcción, es valorada como el tesoro personal más importante de cada uno.
No tengamos miedo a vernos bien. Las críticas nunca desaparecerán, como tampoco desaparecerá el hecho de que, al cuidar de nuestra imagen, cuidamos de nosotros, presentamos al mundo nuestra mejor versión y eso nos lleva a buscar siempre la excelencia.